Por Redacción Profesión Valor
En un movimiento que sacude los cimientos de la Fórmula 1 moderna, Aston Martin ha ofrecido al actual campeón mundial Max Verstappen un contrato de tres años por un total de €264 millones, una cifra sin precedentes que lo convertiría en uno de los atletas mejor pagados del mundo. Esta operación estaría financiada por el Fondo de Inversión Pública (PIF) de Arabia Saudita, que también se encontraría en negociaciones para adquirir el equipo Aston Martin F1 de manos de Lawrence Stroll.
De concretarse, esta sería una de las transferencias más sorprendentes en la historia reciente del automovilismo. La cantidad de dinero involucrada no solo llama la atención por su volumen, sino también por el contexto político y económico que la rodea. Arabia Saudita, a través del PIF —uno de los fondos soberanos más grandes del planeta—, ha venido aumentando su presencia en el mundo del deporte, desde el golf con LIV, hasta el fútbol y la F1, con el claro objetivo de mejorar su imagen internacional, una estrategia ampliamente debatida bajo el término «sportswashing».
Aston Martin, actualmente con el respaldo de Aramco como socio principal, ha demostrado ambiciones serias de convertirse en una fuerza dominante dentro de la categoría. Si bien el equipo ha mejorado su rendimiento en los últimos años, fichar a Verstappen sería una declaración de intenciones directa hacia Mercedes, Ferrari y, especialmente, Red Bull, escudería con la que Max ha ganado tres títulos mundiales consecutivos.
Sin embargo, esta jugada no está exenta de riesgos. El propio Lawrence Stroll ha declarado recientemente que no tiene intenciones inmediatas de vender su participación en el equipo, aunque la presión financiera y el atractivo de una venta multimillonaria respaldada por el PIF podrían cambiar ese escenario. Además, Verstappen ha mostrado lealtad a Red Bull, especialmente hacia su ingeniero de confianza, Gianpiero Lambiase, y a la estructura técnica que lo ha acompañado en su ascenso. Para que una salida se materialice, tendrían que alinearse muchos factores, incluido un posible deterioro en la relación con la cúpula directiva del equipo austríaco.
Desde un punto de vista deportivo, un movimiento así podría alterar radicalmente el equilibrio de poder en la parrilla de F1. Con el nuevo reglamento técnico previsto para 2026 y la llegada de motores completamente rediseñados, Aston Martin podría ofrecerle a Verstappen no solo un cheque en blanco, sino también una nueva plataforma para construir una era propia, fuera de la sombra de Red Bull.
Sin embargo, la creciente influencia saudí en el automovilismo genera inquietudes legítimas. La F1 ya ha sido criticada por expandirse a países con historiales cuestionables en derechos humanos, y un mayor control financiero saudí solo intensifica ese debate. ¿Está el deporte motor vendiendo su alma por petrodólares? ¿Dónde queda el espíritu competitivo y la integridad del deporte en medio de estas cifras astronómicas?
En conclusión, la oferta a Verstappen es más que un simple contrato: es una jugada geopolítica, una apuesta empresarial y una declaración de ambición sin precedentes. El futuro del campeón del mundo y el de la propia Fórmula 1, podría estar a punto de cambiar drásticamente. Todo dependerá de si Max decide seguir ganando con Red Bull o arriesgarlo todo por escribir un nuevo capítulo dorado en la historia del automovilismo… con el verde de Aston Martin y el oro del desierto saudí.
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