Por Redacción Profesión Valor
Con un paso firme y decidido, Arabia Saudí apunta ahora a convertirse en protagonista directo de la parrilla de la Fórmula 1, no solo como sede y mecenas, sino como dueño de un equipo nacional. El príncipe Khalid bin Sultan Al‑Abdullah Al‑Faisal, presidente de la federación automovilística saudí, admitió públicamente el “gran interés” de invertir en una escudería, una revelación que eleva el espectáculo y plantea preguntas sobre el futuro de Aston Martin, actual beneficiario de fuertes lazos comerciales con el reino.
Arabia Saudí añadió el Gran Premio de Jeddah a su calendario en 2021, marcando su desembarco en la élite del motor.
Aramco, la petrolera estatal, se convirtió en sponsor global de la F1 y en patrocinador principal de Aston Martin.
Además, el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí (PIF) adquirió un 20.5 % de Aston Martin Lagonda con la intención de fortalecer su presencia en el automovilismo.
“Podría ocurrir pronto si se ve el crecimiento del deporte”, afirmó el príncipe Khalid, subrayando el auge global de la F1 y su disposición a comprar un equipo para “hacer negocio” a través de las compañías del PIF.
El máximo directivo saudí explicó que, con la entrada de Cadillac en 2026, quedará un único espacio en la parrilla de 12 equipos, lo que abre la puerta a una compra o a una nueva formación.
Se baraja la posibilidad de abordar esta expansión mediante la adquisición directa de una escudería existente, evitando así el proceso de inscripción desde cero, como el de Cadillac.
Aramco, además de su rol de sponsor, será proveedor oficial de combustibles sintéticos a partir de 2026, un paso crucial para la sostenibilidad de la categoría.
Lawrence Stroll, propietario de la escudería Aston Martin, ha ido reduciendo gradualmente su participación accionarial en el equipo, lo que podría facilitar una oferta saudí si decide vender el paquete restante.
El PIF, a través de Aramco y de inversiones directas, estaría bien posicionado para hacerse con la marca Aston Martin en su vertiente deportiva, aprovechando la infraestructura y experiencia actuales.
Lejos de percibirse como una amenaza, la posible entrada de un equipo saudí pueden interpretarse como una oportunidad para revitalizar la categoría y atraer nuevas audiencias.
Con recursos financieros sólidos y un interés demostrado en desarrollo tecnológico, Arabia Saudí podría impulsar innovaciones en simulación, aerodinámica y sostenibilidad dentro de la F1.
Aston Martin, con su renovado enfoque en el rendimiento y su alianza con Aramco, podría beneficiarse de mayor visibilidad y de sinergias técnicas con el futuro equipo saudí.
El plan saudí no se limita a adquirir un asiento en la F1, sino a consolidar una presencia a largo plazo.
El desarrollo del circuito de Qiddiya, diseñado para reemplazar a Jeddah como sede, refuerza la estrategia de alinear infraestructura con propiedad deportiva.
Si la operación prospera, podríamos ver un equipo saudí debutar con respaldo estatal y tecnología propia, convirtiéndose en un referente de la región en el gran circo del automovilismo.
La ambición de Arabia Saudí de contar con su propio equipo de F1 sintetiza un enfoque integral: anfitrión de un Gran Premio nocturno, impulsor de la transición energética y patrocinador de equipos, ahora aspirante a propietario. Lejos de poner en peligro a Aston Martin, esta jugada podría enriquecer la categoría con nuevas inversiones, alianzas y retos tecnológicos, reforzando la posición de la F1 como escaparate global de innovación y espectáculo.
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