El Gran Premio de Japón en Motegi fue la confirmación definitiva de lo que se veía venir: Marc Márquez se consagró campeón del mundo de MotoGP por séptima vez.
Al cruzar la meta en segundo lugar, detrás de su compañero Francesco Bagnaia, Márquez aseguró el título con cinco carreras aún por disputarse. Esa combinación de regularidad, gestión de carrera y control mental le dio el campeonato con comodidad.
Con ese resultado, Márquez llega a:
- 541 puntos en el campeonato (según las tablas oficiales tras Motegi).
- Una ventaja demasiado sólida frente a sus perseguidores inmediatos como su hermano Álex Márquez, que suma unos 340 puntos.
- Un récord importante: este título marca su regreso triunfal tras años difíciles con lesiones, cambios de moto y periodos de recuperación.
- Resiliencia reconstruida
Lo que ahora parece “natural” para él ser campeón otra vez, es el resultado de años de reconstrucción física y mental después de las lesiones graves que sufrió a partir de 2020. - Consistencia máxima
No fue una sola victoria la que definió su temporada: Márquez acumuló triunfos tanto en carreras principales como sprints, y rara vez bajó del podio. Su capacidad para dosificar esfuerzos, gestionar neumáticos y mantener calma en momentos críticos fue clave. - El cambio a Ducati rindió frutos
Su paso del proyecto Honda hacia Ducati le ha permitido explotar otro perfil: ya no sólo un piloto agresivo, sino uno balanceado que puede competir en circuitos donde el rendimiento puro importa, y también en los que el control y la estrategia pesan.
¿Qué significa para el campeonato y el legado?
- Márquez iguala ahora los títulos mundiales (total) de Valentino Rossi, con nueve coronas (siete en la categoría reina).
- Este título también reafirma su posición histórica: vuelve a poner su nombre en la conversación de los grandes de todos los tiempos.
- Desde lo deportivo, su dominio pone presión sobre equipos y pilotos que antes soñaban con disputarle victorias cada fin de semana. En 2026 la lucha obliga a seguir creciendo.
0 comentarios